martes, 6 de septiembre de 2011

Mentiras

La verdad muchas veces duele, pero seguro que no mata. Ser sincero a veces da miedoimplica responsabilidad y valentía. Pero también hay espacios que uno prefiere reservarse. Y aquello de lo que no se habla puede necesitar de la mentira para ser encubierto. En general, mentimos cuando consideramos que algo que hicimos, sentimos o pensamos debe permanecer oculto. Los motivos por los cuales “eso” no debe saberse son variados: quizá lo que nos ocurre esté mal visto, tal vez pueda hacer daño a algún ser querido, ponernos al descubierto o en peligro. Generalmente, lo que sucede es que donde hay una mentira hay temor: miedo a ser marginado por haber hecho algo inadecuado, a dañar a otro, o a que algo se nos vuelva en contra. La mentira tiene relación con la ilusión, el engaño y la poca capacidad de tolerar con autenticidad aquello que nos pasa. Quizá por eso todas las personas algunas vez escondimos algo o nos resistimos a enfrentar la verdad. Por ello es bueno guardar la vara acusadora en el cajón. Reflexionar y bucear en nuestro interior es un buen camino para comprendernos un poco más y, desde allí, empezar a modificar aquello que deseamos cambiar.

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